El miedo manda más que nada. Ninguna otra cosa tiene, ha tenido o tendrá mayor poder. De la transición a aquí las decisiones de capos y subalternos en la vida española han sido cada vez más medrosas y titubeantes.
Se ha pasado de una ingenua lucha por las libertades a una egoísta conservación del puesto. Pocas decisiones con grandes fondos. Profusas mezquindades para servir a quien te ha dado el puesto y los correspondientes sobres. Casi nadie acusa a quien le amedrenta y se limita sumisamente a servirle. Van tres décadas.