Cada once de septiembre, cada cuatro de julio, cada doce de octubre...independientemente de la celebración que cada cual magnifique es un día menos de nuestras vidas. Al margen de la reyerta o el jolgorio que estas distintas celebraciones produzcan lo único cierto es que nos queda un día menos. Y la energía gastada en las alharacas o fricciones se resta de la que necesitamos para respirar profundo, gozar lo esencial y acariciar el momento.
En estos días en los que se habla tanto de los niños con el Síndrome de Down veo en la contraportada de El Mundo al grandísimo Vicente del Bosque, padre de uno de ellos.
Ya el titular de la entrevista que le hace Pedro Simón define al personaje: "si veis que uso mucho la palabra yo, decidmelo".
Aunque voy a seguir activo escribiendo y organizando la nueva temporada ceso en agosto este trino largo. Os agradezco mucho el seguimiento que habéis hecho de él.
Quedaré con un retén de tweets y reunido un poquito más conmigo mismo. Aún no sé en qué emplearé mis días libres pero espero que huelan a mar. Y que si por casualidad se me liga Beyoncé las cámaras de los que me rodearen no funcionen. ¡Con lo que eso daría para presumir!
No todos han podido pasar completo el mes de agosto. Con mi saludo a la vuelta de este paréntesis mi pésame y mi sentimiento por el adiós de uno de los hombres más íntegros que he conocido: Manuel Martín Ferrand.
No me hacen mucha gracia los grandes montajes y fastos. Ni las grandes celebraciones, ni los eventos multitudinarios, ni las exhibiciones de poderío. Aún así, y sabiendo toda la problemática que puede haber bajo la apariencia, los Juegos Olímpicos siempre me han parecido especiales. Por los deportistas. Por la ciudadanía.
Como una lluvia indiscriminada de meteoritos las noticias, rumores y datos golpean nuestras cabezas desde que amanecemos. Un diluvio universal de supuestos sucesos ajenos nos ahoga. Publicado o expandido por medios y redes llamamos a esto actualidad.
En el periódico 20 minutos explican hoy el cierre y las dificultades de muchísimos centros de ocio en Madrid. Este hecho se extiende igualmente a otras ciudades españolas. Como es natural ante la estrechez de los presupuestos familiares, provocada por la crisis, una de las primeras abstinencias de gastos que se practica es la del ocio. Comprensible.
Por un día los políticos de todos los partidos arrimaron el hombro, obraron con sensatez, respetaron al contrincante, sumaron sentimientos y mostraron compostura.
Lástima que para ello tuviera que descarrilar un tren con la tragedia que nos nubla a todos desde ese momento.
Esta frase exclusiva de mi madre definía siempre sus estados emocionales cuando algo le afectaba profundamente. Hoy, sin duda, a la vista de la tragedia de Galícia la pronunciaría varias veces.
Las vidas deshechas de tantas personas en un instante son una descomunal bofetada en el alma que nos pone en el punto justo de nuestra fragilidad y nos recuerda la poderosa oscuridad del azar. Lo impensable ocurre. Lo indeseado nos acecha. Lo trágico comparece y existe.
Una ojeada rápida a cualquier periódico te planta ante unas cuantas docenas de casos de personas favorecidas por la corrupción. En obras públicas, en la banca, en los medios de comunicación, en el deporte... Es el sucio do ut des.
Si una parte de lo que ganas va a una olla superior tienes garantizado el siguiente trabajo y probablemente muchos más. No vivimos en un sistema de libertades sino en un sistema de intereses.
Es obvio que en cada decisión ganamos y perdemos cosas
Toda decisión se toma en un cruce de caminos. La duda es una buena compañera hasta que alcanzas la intersección. Allí si no la despejas el tiempo te atropella.
El miedo manda más que nada. Ninguna otra cosa tiene, ha tenido o tendrá mayor poder. De la transición a aquí las decisiones de capos y subalternos en la vida española han sido cada vez más medrosas y titubeantes.
Alfonso Guerra va a “El Hormiguero”. En eso han quedado los escaparates posibles de la televisión. No censuro al programa sino la falta de alternativas.
A poco que vayáis al cine todos sabréis que son más caras las palomitas que la entrada. Nada me disgusta más que estar en las salas de proyección vacías. Puesto que como sabéis voy al cine casi a diario. Y todas las veces me asombro de pagar lo que pago por una Coca-Cola de máquina y la bolsa de palomitas. Normalmente algo más de un euro que el precio de la entrada.
Al Príncipe de Asturias le han dado el Muñoz Molina
Suelo usar un pensamiento de Muñoz Molina: "El mundo funciona porque cada mañana las personas honradas acuden a sus humildes trabajos y lo realizan con decencia". La cita no es literal pero el sentido si.
Escuchas a un líder de opinión un ratito y su autoafirmación de innegable independencia y sucede. "Nadie interferirá mis pensamientos..." "no recibo consignas de persona alguna...", "nadie me dice lo que tengo que decir..."
Las revelaciones del ex técnico de la CIA Snowden sobre la impunidad con que podemos ser espiados todos no me han producido ni un leve escalofrío. El incumplimiento de la palabra de Obama tampoco. Esto es la política chicos. Se sube uno al púlpito, le enchufan el cañón, le conectan el micrófono y de su boca empieza a fluir "el paraíso prometido". Luego reaparece el estercolero.
El cierre de la televisión pública griega es un motivo para la reflexión.
¿Son necesarios estos entes socialmente? Si son usados con limpieza y para compensar la estulticia del puro mercadeo sí. Si, por el contrario, se convierten en la cueva de Ali Babá de amiguetes, negociantes, panfletarios de los gobiernos y colocación de correligionarios desde luego no.
Desconocemos la verdad de lo ocurrido. Las noticias son siempre un juicio precoz. Pero puestos a desvariar no me extrañaría que Cristina Kirchner considere el asunto un ataque a la patria que ella misma desvalija o algún extremista lo inscriba en el ámbito de la política.
Mientras los padres de Ana María Martos se hacen a la idea de que su hija murió hace años, cosa que no sé muy bien como se llega a digerir, los de Marta del Castillo esperan que llegue a su tierra el Georadar.
Es imposible meterse en la piel de personas que soportan un quebranto tan brutal. Años de angustia, de lucha, de oídos sordos, de esperanzas vanas...Y ahora "la esperanza de encontrar los restos de Marta".
Hoy empieza el juicio del hombre sin alma. Del autómata megalómano que consideró insignificantes a sus hijos frente a su venganza.
Como todos los que conocemos el caso le he dado cientos de vueltas en mi cabeza. Me resulta inconcebible tal ausencia de sentimientos y tal nivel de crueldad.
Tal como comentaba anoche con Antonio Giménez la corrupción no se detiene veinte años después. Vivimos en la polvareda del choriceo urdido en las dos o tres últimas décadas. Todo son clamores, aspavientos y fingidas sorpresas. Cualquiera medianamente informado lo sabía o lo sospechaba.
Decía esta semana Ignacio Camacho, con buen tino, que empiezan las galas estivales.
Conozco a Mario Conde hace muchos años, y le tengo afecto, y sé que es capaz de enfrentarse a todo tipo de situaciones públicas. Sentencias y juicios al margen.
Cuando se tiene dinero, ganado no se sabe como, para tener una inmensa agencia de publicidad llamada Mediaset se puede uno llegar a sentir impune. Me temo que finalmente así será. Pero como no se ha podido evitar el conocimiento público de determinadas cuestiones parte de la verdad es ya imborrable.
Que cualquiera de nosotros tenga problemas o diferencias con los cacos oficiales de Hacienda es cuestión que puede tener mil caras. Como conozco algunas no generalizaré.
Lo que resulta de todo punto impresentable es que los inspectores o jefes de la tributación acogoten, amenacen, chuleen y sobre todo vejen a ningún contribuyente.
La mejor forma de medrar en un sistema sin valores es siendo cómplice de él. Lo saben bien los asesores, los designados a dedo, los políticos de paso, los directivos de las televisiones...
La inmensa mayoría de los medio informados sabemos perfectamente como funcionan las cosas. Los amigos antes que los talentos, los intereses antes que los principios, el truco antes que el mérito...Duele decirlo y mucho más aún comprobarlo.
Por muy profesionalizado, manoseado, publicitado o hipertrofiado que esté el fútbol es sencillamente un juego. De nada valen las inercias, los pronósticos, las estadísticas o las sensaciones. Cuando el balón se pone en movimiento empiezan a ocurrir cosas que no estaban ensayadas. Un resbalón, un balonazo en el culo, una distracción o una pájara.
Me enseñó esta expresión cuando era un niño mi profesor de latín, el Padre Lasheras. Significa cara de piedra.
Me resulta inevitable recordar tal enseñanza cuando veo a Putin, Obama, Merkel, Castro, Correa...todos. Al tanto todos ellos de sus propias chapuzas y espionajes comparecen en público sin que un músculo de la cara les tiemble.
Un brillante amigo mío llama al sistema en el que vivimos de tal manera: la gran mandanga. Políticos que incumplen lo que prometen, chorizos conniventes con el poder, violaciones permanentes de la constitución, nepotismo y amenazas, corrupción, impuestos... Y en la cúspide unos desvergonzados parlantes intentando desmentir lo obvio y guardando sus sillitas. Debajo la población viendo el circo e intentado llegar a fin de mes.
Como dice la canción de mi muy admirado Alberto Cortez "Cuando un monarca se va queda un espacio vacío". Él no habla de Rey sino de amigo.
Ayer Alberto de Bélgica dejó paso al sucesor. Asumió que tiene los tornillos flojos y que su mecano psicofísico ya no sirve ni a instituciones ni a ciudadanos.
Quiero felicitar con toda mi sumisión y entusiasmo a este ejemplar ciudadano llamado Clé por su innegable valor al transgredir las normas que proclama seguramente en pos de alguna urgencia nacional que los demás conductores no alcanzamos a entender. Clé nos abroncó a los pagadores de multas, por los radares, y salió a 160 (no sé si para probar unos Pirelli) a cumplir con toda certeza con una alta misión para la que los demás no estamos preparados.
En el mítico e insuperable poema de Rudyard Kipling "If" dice uno de sus pensamientos: "Si logras que se sepa la verdad que has hablado a pesar del sofisma del orbe encanallado..." me sé el verso de memoria y lo uso como norte, como ejemplo y como regalo.
Ayer en Barcelona Sixto Rodríguez recibió un baño de multitudes y ovaciones cantando unas canciones que compuso en los 70 y han estado casi cuarenta años en el anonimato.
Como sabéis he visto catorce veces la película (Searching for Sugar Man) y no me canso de hacerlo. Quizás por mi faceta de compositor no demasiado atendido o por mi sensibilidad hacia los perdedores la encuentro emocionantísima.
En el minuto siguiente a la muerte de Franco se empezó a montar todo esto que vivimos. Es mi solidísima convicción personal.
Entre los que querían conservar su status y los que pretendían alcanzarlo desde la nueva situación se formó, probablemente sin conversarlo, este magma de flatulencia ética que aceptamos por sumisos. Y que, por no ponerme estupendo, es bastante similar al de otros países con otra etiología.
Acabo de leer a Bertolucci que dice "estamos asistiendo al suicidio de la democracia".
Esa misma sensación tengo hace muchísimo tiempo. Amparados en sus libertades los menos honrados se han encaramado a no pocos puestos de mando para prostituirla en su favor.
El único secreto que no se quiebra es el que no se cuenta. Contra esto la pertinaz curiosidad humana ha urdido históricamente mil estrategias.
La tecnología actual pone en nuestra mano la tentación peligrosísima de la compulsión. La primera ocurrencia que te cruza la cabeza puede llegar al otro extremo del planeta en segundos.
El primer ministro español dimitió fulminantemente porque le descubrieron saltándose un peaje de un euro y medio en la autopista. Tras semanas de serias dudas el líder de la oposición, que debía un euro en la carnicería desde hacía un mes, tomó la decisión de no ser la alternativa. Y finalmente llegó a la presidencia la líder del tercer partido que no tenía cuentas pendientes en ningún lugar.
Siempre he dicho, y todos sabemos, que no sabemos los amigos que tenemos hasta que nos van mal las cosas. La dificultad, la desgracia, la enfermedad, los problemas...son la prueba de fuego que permite hacer el verdadero balance de los que nos quieren.
La aparición del nombre de José Luis Moreno en los papeles de Bárcenas sólo asombra a los que vivían en la inopia. Que en el ambiente profesional son muy pocos y en la calle la mayoría. Desde hace treinta años es vox populi que para trabajar en las televisiones públicas hay que ser cómodo o rentable...para el partido. Cuando digo el partido me refiero a los partidos.
Es difícil de explicar y de entender que estando las cosas como están les suban las tasas a los estudiantes trescientos euros. En mi humilde opinión no hay jeribeque contable que convenza de esta decisión.
Para mí, en los centros públicos, no hay estudiantes ricos o pobres. Hay sencillamente estudiantes.
No hay ni habrá otro igual. Es un gran tenor, un enorme artista, un trabajador incansable y sobre todo una persona descomunal: se llama Plácido Domingo.
Se recupera ya de una embolia pulmonar y le veremos trabajar lo antes que pueda. Ha llevado su carrera de una manera constante y personal. Ha dirigido, gestionado y enriquecido su currículum con su propia iniciativa. Le han aplaudido con justicia en todos los escenarios de mundo y en todos sus géneros.
Cada día me entero y aparecen en la prensa nuevas caquitas de personas que hasta ahora han pasado por honorables y prestigiosas. Negocios fraudulentos, actividades paralelas, defraudaciones a Hacienda, corrupciones varias, mini o maxi narcotráfico, pringues varios...
Las empresas que miden las audiencias en las televisiones, aunque se vigilen unas a otras aparentemente, están participadas con dinero de algunos agentes interesados. Eso las hace absolutamente increíbles.
Cada cambio de directivo o accionariado supone un sesgo. Lo he vivido en primera persona. Al arribar Ricardo Visedo a Antena 3 hace veinte años la cadena subió casi diez puntos con la misma programación. Las triquiñuelas y montajes para condicionar los números son innumerables. Conozco a productores que presumen de comprar a los usuarios de los audímetros a cambio de un sueldo al mes.
Intento abstraerme del diluvio de elogios habitual cuando las personas desaparecemos. Hecho este ejercicio me sitúo ante todas las imágenes de Concha García Campoy que me quedan en la retina del alma.
Ninguna oscura, ninguna rozada, ninguna agria, ninguna injusta. Ya dije ayer que Concha es alguien a quien frecuentando poco quieres mucho. Una especie de linterna en la oscuridad de todas las cavernas.
Siempre me han parecido absurdas y nocivas las listas de los diez más influyentes, más atractivos, más atléticos o más ricos. Las considero una banalidad y una mala referencia. Por otra parte son frívolas y falsas.
Los andaluces tienen la extraordinaria virtud de resumir. No se puede decir más con sólo tres silabas. En más de una ocasión he pensado en este título para algún espectáculo, trabajo o libro.