Es obvio que en cada decisión ganamos y perdemos cosas
Toda decisión se toma en un cruce de caminos. La duda es una buena compañera hasta que alcanzas la intersección. Allí si no la despejas el tiempo te atropella.
Decidir es siempre una responsabilidad, una zozobra o un estímulo. Algo que, voluntariamente o no hemos de hacer todos los días. Quien no decide “es decidido por las circunstancias”. Y las circunstancias no son el destino sino el paisaje.
Es obvio que en cada decisión ganamos y perdemos cosas. Pero no decidiendo perdemos siempre. Porque ni siquiera somos dueños de nuestros errores.
Y ser dueño de tus equivocaciones es, aunque no lo parezca, una fortuna.