A poco que vayáis al cine todos sabréis que son más caras las palomitas que la entrada. Nada me disgusta más que estar en las salas de proyección vacías. Puesto que como sabéis voy al cine casi a diario. Y todas las veces me asombro de pagar lo que pago por una Coca-Cola de máquina y la bolsa de palomitas. Normalmente algo más de un euro que el precio de la entrada.
Ninguna culpa tienen en ello los empleados que las despachan. Son otras víctimas de este sistema que le ha querido sacar el jugo a todo hasta cuando no lo había.
Atienden mal, en los multicines te sirves tú mismo y con frecuencia los productos están revenidos o caducados. Cada vez menos personal para vender más cosas.
El cine necesita más imaginación en las pantallas y más honradez y estímulos en las salas.