Tal como comentaba anoche con Antonio Giménez la corrupción no se detiene veinte años después. Vivimos en la polvareda del choriceo urdido en las dos o tres últimas décadas. Todo son clamores, aspavientos y fingidas sorpresas. Cualquiera medianamente informado lo sabía o lo sospechaba. Estamos pues asistiendo a la ceremonia de la ficción del asombro. Al coro de los escandalizados que ya lo sabían. Al asombro, a veces, ante la estafa que algunos de los que se fingen sorprendidos protagonizaron.
Lo han dicho pensadores muy serios: la vida es una parodia.
Cada día toca preguntarse: ¿qué me estarán ocultando hoy que será un asombro dentro de veinte años?
Si algo les huele mal...probablemente se confirme.
Hoy el olfato. Mañana la factura.
La corrupción es siempre silenciosa...en la ejecución.