Siempre he dicho, y todos sabemos, que no sabemos los amigos que tenemos hasta que nos van mal las cosas. La dificultad, la desgracia, la enfermedad, los problemas...son la prueba de fuego que permite hacer el verdadero balance de los que nos quieren. La amistad es como la sangre. Acude a las heridas sin que la llamen.
La amistad es el amor en calma. Sin celos, ni condiciones ni intercambio.
Amistad y amor son dos palabras que se utilizan con frivolidad extrema. Se disfrazan de conveniencia, oportunidad, apariencia o cualquier otro ropaje puntual.
Tener un puñado de amigos es un tesoro infrecuente. Con uno solo bastaría.
No parece hoy que ese haya sido el caso de Tito Vilanova y Pep Guardiola.
Seguramente han estado unidos y con bastante sinceridad. Pero los focos, las inflamaciones del ego y la tormenta de circunstancias que a veces se ciernen sobre las vidas agrietan esa sensación que todos teníamos de su relación.
Es muy difícil mantenerse sereno en una tormenta de intereses, éxitos y presiones.
Pero precisamente en esos momentos es cuando la amistad aparece o se revela como una impostora.