Una ojeada rápida a cualquier periódico te planta ante unas cuantas docenas de casos de personas favorecidas por la corrupción. En obras públicas, en la banca, en los medios de comunicación, en el deporte... Es el sucio do ut des.
Si una parte de lo que ganas va a una olla superior tienes garantizado el siguiente trabajo y probablemente muchos más. No vivimos en un sistema de libertades sino en un sistema de intereses.
La maraña del pringue ha alcanzado una densidad tal que resulta casi imposible caminar por el bosque laboral avanzando un metro sin dejar grasa en algún árbol. Aquello del individuo meritorio y talentoso que se abría paso va quedando en un lejano recuerdo.
No vemos más que la punta del iceberg de este montaje. Pero el peso de esta red indesmontable lo sufre cada individuo libre desde que se levanta.
La pregunta es el titular ¿y los que no untamos qué?